Entropía

Como punto de partida, en una aproximación a la obra de Guillermo Fornes, las palabras del crítico Fernando Castro Flores: Su obra se construye sobre dos pilares, la creación de un discurso basado en la síntesis y su trabajo gestual, transmitiendo en sus distintas series una travesía a la emoción, a la innovación y experimentación en el proceso creativo. Sin duda, las pinturas “sedimentarias” de Guillermo Fornes son una encarnación del paso de lo paisajístico al interior, de lo descomunal a lo íntimo, conjugando ese raro lugar intermedio en el que puede manifestarse lo sublime. La actualidad de lo sublime, nombrada por Barnett Newman.


El imaginario de Guillermo Fornes revela una extraordinaria poética, nos atrapada con su, valga la paradoja, contundente levedad, sus fascinantes formas hacen que nos acerquemos al filo de lo sublime “Todas las grandes obras –apunta John Berger-, las obras que nos esclavizan para siempre están así de cerca de aquello que las inspiro”. Es difícil hablar de los placeres y recónditas armonías de esas experiencias que tienen que ver con la cercanía. Hay que estar preparado para escuchar lo inaudito.

 

Fornes es un pintor de lo diáfano, sabedor de que lo más profundo es, al mismo tiempo, la piel y el aire. Resulta sintomático que sea el concepto de entropía el que inspire esta muestra. Un
concepto proveniente de la física, cuyo enunciado fundamental, a grosso modo, es el de una magnitud física capaz de mantener el equilibrio de un sistema y que, por tal razón, puede medir el grado de organización del mismo. Es sintomático, porque habla de cómo la experimentación con el lenguaje y los materiales, forma parte de la sintaxis expresiva del artista. Trabajo de sintaxis como una suerte de alquimia, donde la pólvora y el agua, buscan destilar otra realidad del material, capaz de absorber el espesor e intensidad de la subjetividad.

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