San Juan de la Cruz fue detenido y recluido por los carmelitas calzados en diciembre de 1577 en el monasterio carmelita de Toledo por trabajar junto a Santa Teresa de Jesús en la reforma de la orden. Permaneció encarcelado en un calabozo ocho meses, en unas pésimas condiciones que le hicieron vivir grandes sufrimientos. Durante su cautiverio memorizó, al no disponer de medios para escribirlas, las treinta primeras estrofas de su «Cántico».
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